Hablemos de tendencias
Primero están esas palabras. No es broma, me sangran los oídos cada vez que las escucho en los medios de comunicación. Combinaciones machaconas, duos y tríos de palabras cursis y manidas, siempre las mismas:
- blanca navidad
- fechas señaladas/entrañables
- días de paz
- nuestros mejores deseos
- tiempo de compartir
- la magia de la navidad
- seres queridos bla bla bla…
Clichés repetidos hasta la saciedad por periodistas, políticos y publicistas que contribuyen a la difusión de tópicos y me hacen sentir vergüenza ajena sin parar, sin parar, sin parar… Desde aquí te suplico, oh Diccionario de dudas y dificultades de la lengua Manuel Seco ¿puedes aconsejar su extinción?
Luego están las redes sociales, repletas de imágenes de árboles de navidad horteras a morir, de lentejuelas y humanos absurdos con gorritos de Papa Noel y sonrisas bobaliconas salpicadas de residuos de mazapán Hacendado, de parejitas queriéndose mucho con jerséis navideños y ese repugnante halo de felicidad y buenrrollismo artificial que nos obliga a ser encantadores con los demás cuando solo nos apetece cagarnos en sus muertos. Y parece que sólo tú mueres de alergia a tanto love porque eres antisocial y no estás bien mientras el resto del mundo vive aletargado en un retraso mental con sobredosis diabética de falso amor y banda sonora de villancicos. Piensas que, sin duda, esas fotos son la prueba irrefutable de una sociedad asquerosamente enferma. Crees que tanto cuquismo te ha enfermado a ti también y deberías ir al psiquiatra a contárselo
Y luego estoy yo y mi fobia enorme a la Navidad más una o varias neurodivergencias congénitas que me obligan a huir de lo establecido para dejar de sentirme mediocre y hacer el imbécil en un alarde de originalidad. Aquí entra en juegoel nuevo reportaje de fotos de fiesta: tenía que ser de todo menos convencional.
Vestida de tul entre pinos y sintiéndome muy creativa aunque también un poco como evadida de Ashecliffe en Shutter Island. Surrealismo amazing en el bosque correteando como un ser muy mágico aunque esto último se convirtió en utopía al primer disparo.
Pero lo importante es que estaba ante un reto tremendo: tenía que conseguir que las fotos fueran más surrealistas que la propia vida real, más todavía que estas navidades absurdas. La realidad superó a la ficción, lo conseguí. He aquí otro shooting sin sentido
Queda una semana para que se acabe el año y sigo sintiéndome especialmente ridícula en Navidad. Tampoco he superado mi fobia a la gente con paraguas, ni puedo dejar de estar hasta el coño. En realidad pocas cosas han cambiado, sigo siendo un ser insoportable, sigo enamorada de las Dr. Martens y poniendo cara de ver a la virgen cuando me hacen fotos, sigo adorando el Modernismo de l’eixample y los cruasanes de praliné de La Duquesita y tengo que decir que cada día quiero más a los perros y menos a los humanos. El 2020 vino rarito y me trajo el entrenamiento en casa, estrenarme en twitter, más fobia social, el boho chic, sucumbir al ermitañismo extremo, crear una marca de camisetas raras para gente rara, la desaparición de mis gafas de sol blancas y descubrir el yoga.
Y una vez más, no sé por qué estoy escribiendo esto. Yo había pensado hacer un avance de lo que está por venir en moda, (colores pastel, estética disco, sujetadores de punto y hot pants) también quería hablar de los cuellos bobo, los pantalones palazzo y los chalecos porque han sido tendencia este invierno y volverán a repetirse el que viene. Y me hacía especial ilusión hacerme la lista y contarte lo que está totalmente out esta temporada y debes desterrar para siempre si quieres seguir la dictadura de la moda. Pero para eso ya tenéis a todos los cientos de blogs normales de moda (no sé si te has percatado pero digo esto para que se sobreentienda que este blog no es normal y creo que me empeño en que tampoco sea de moda. Ahora mismo también dudo de si es un blog) y además no me apetece. Así que dejo constancia de la repulsión que me produce la celebración de la natividad, la epifanía y el atrezzo espeluznante de luces y brillos. Porque sí y porque me da la gana
– Vestido morado de tul: Pimkie
– Cinturón: Bershka
– Blazer naranja: Bershka
– Botas rosas: Dr. Martens
– Cartera amarilla: Machine by Bassico