La vida, a veces, encuentra la manera de decirnos que estamos haciendo las cosas bien, aunque no lo suficiente. Como cuando te pegas una carrera para pillar el autobús que se te escapa y al final lo alcanzas pero al pasar el abono transporte ves que todos los viajeros te miran haciendo un esfuerzo por disimular la risa y ahí empiezas a cuestionarte que quizás eres más lamentable corriendo que la Ayuso en el vídeo de campaña
Por fin está aquí la colección de primavera-verano de Brillo Te Chinchas. Parir una colección de camisetas resulta agotador porque en mi caso la tolerancia a la frustración es muy baja: estoy diseñando algo que se supone que no encuentras en ninguna tienda, esa camiseta única y maravillosa que no te quitarías jamás, la que estrenarías en la primera cita con tu crush, , la que matarías por tener, la que llevarías el primer día del resto de tu vida. Esa. Y buscas ideas y diseñas y combinas y le das vueltas. Y haces 17 viajes a la nevera, y te pierdes en Google cazando inspiración. Y decides depilarte las ingles. Y diseñas treinta camisetas y te vas a dormir satisfecha pero al día siguiente cuando las ves de nuevo, tiras el documento a la papelera porque sabes que son una mierda: están muy lejos de ser la camiseta de tu vida. Y sabes que tienes que seguir y dibujas y te desconcentras y cantas y bebes cerveza después de hincharte a Nutella y sientes ganas de vomitar pero lo peor es que no consigues visualizar la puta camiseta. Y en ese preciso instante te frustras y la inspiración se apaga y piensas que eres inútil porque rozas con tus manos el poder pero la camiseta huye y la muy perra juega al escondite en un rincón inaccesible de tu cabeza, detrás de ese pensamiento recurrente fruto de tu tarita. Y no se deja ver. Y te obsesionas y vuelves a empezar porque sabes que lo puedes hacer mejor. Siempre lo puedes hacer mejor, hasta que te aburres y las voces de tu cabeza te gritan «BASTA».
Esta colección es muy igual y muy diferente a la anterior. Me hace gracia cuando los diseñadores de moda cuentan cada nueva temporada para qué tipo de mujer/hombre diseñan porque describen perfectamente al prototipo de criatura triunfante a la que quieren vestir y siempre los adjetivos son positivos y definitivos, siempre victoriosos. Ñoños aunque incluso beligerantes.
Como no podía ser de otra manera, a mi me inspiran los antihéroes, anda que no me gusta un buen traumita. Seres problemáticos y decadentes perseguidos entre tinieblas por los fantasmas de su pasado, fracasad@s que vagan por los lugares más recónditos y oscuros de las ciudades. Son l@s abandonad@s, l@s que crían pelusas en el pasillo, l@s que nunca lloran pero tampoco olvidan, l@s atormentadit@s indolentes, l@s perdedores, l@s que se sientan en la tapa del váter meada, l@s que que tienen el corazón más estrujado que un paquete vacío de Celtas en la puerta de un geriátrico pero siguen sonriendo con el desdén del travesti que huye de las lágrimas y se pasa la tristeza por el coño.
Pero volviendo a lo que estaba, esta colección de Primavera/Verano es más simple que la primera, puede que más amarga. Sigue siendo apocalíptica pues nació en pleno desastre, canta al drama y bebe del blanco y del negro, de las luces y las sombras, de la risa de los locos, del zurcido y del caos. Qué bonito parece todo cuando me pongo intensa, jo.
Ahora me encantaría contaros la historia de la camiseta de la Virgen del Fin del Mundo (fue la primera que diseñé) pero sólo os puedo decir que no existe ninguna historia. Quizás os guste saber que no puedo parar de imaginarme a Lady Henrietta en ‘Atormentada’ de Hitchcock. Visualizo la escena donde aparece descalza ante sus invitados completamente borracha, tiene puesta la camiseta de camuflaje de la Virgen sobre el vestido victoriano de rica alcoholizada y cabalga entre las sombras para huir de sí misma. Desorientada y con una botella de orujo entre pecho y espalda, gravita atormentada con la mirada perdida mientras intenta no tambalearse. En la camiseta, el mono Amedio descansa sobre el hombro de la virgen gigante, matriarca del apocalipsis y King Kong se golpea el pecho en pleno subidón de testosterona. Henrietta suspira y esboza una mueca. Madrid está sumido en el caos. Adoro la sonrisa de los perdedores que llegan al punto de no retorno.
No sé si debo seguir con el diseño de camisetas, mi cabeza está saturada de mierdas emocionales deliciosamente siniestras. Creo que si no vendo las suficientes camis voy a convertirme en el prototipo de madre abnegada, de esas que sólo hablan de las cacas de sus hijos y tienen la casa impoluta, las cortinas del dormitorio a juego del edredón y necesitan siempre un pene al lado que les apuntale, que les sostenga.
Feliz miércoles
- Camiseta Virgen del Fin del Mundo de Brillo Te Chinchas
- pantalón y cinturón de Stradivarius
- Blazer de Zara
- Converse azul cyan